martes, 12 de febrero de 2013

Rosa Borrás


Fructíferas y húmedas son las líneas que  ha embalsado Rosa Borrás en uno de sus álbumes artísticos.

Todavía no he visto ninguna boca en su obra pero la mía se hace agua cada vez que noto la presencia de su arte.


Son huecos de saliva y burbujas, también  hay orificios secos, labios y unos cuantos ensangrentados en mujeres.

http://www.averotico.com/profile/rosaborras









miércoles, 6 de febrero de 2013

Forever Still


Forever Still, lejos de inspirarse en Pink Floyd, son trazos del rostro mediano de Victoria Legrand, en una noche completa.

Un amanecer es la premisa y la aclaración de tonos musicales que se acoplan con nubes naranjas y oscuridades texanas.

¿Cuántas veces se siente una canción como un ocaso o viceversa?

Forever Still salió  desde el esqueleto de Beach House y se convirtió en una intimidación visual desierta y al mismo tiempo estridente.

Son cuadros de un pedazo de mundo, y la música  es un emocionante amante. 

viernes, 1 de febrero de 2013

Ready, Able

Este jueves decidí de última hora ir al concierto de Grizzly Bear en el DF; fue una de esas pequeñas y tal vez insignificantes aventuras que he tenido,  porque desde hace casi un año no voy a ver a una banda "grande", por mi trabajo, el cual se ha convertido en el bastón de mi diminuta vida y eso en ocasiones es bastante deprimente.

Así que sin pensarlo decidí viajar para ver a una banda que me traía recuerdos de cuando iniciaba a trabajar en radio y que además ha dado pasos increíbles en su más reciente material, Shields, del cual sin titubear podría decir que es una muestra fina de los potentes músicos que son en este estruendoso siglo. 

Sin pensarlo mucho, tomé el autobus y pensé en comprar el boleto más barato del concierto; la odisea partió desde que llegué al D.F., donde ya había iniciado el concierto y mi amigo con quién iba estaba un poco desesperado, así que tomamos el Metro y nos perdimos. Las cosas se pusieron tensas pero tomamos un taxi que fue "secuestrado" por un transito y finalmente cruzamos calles corriendo y riendo.

Cuando llegamos al lugar estaba totalmente muerto por afuera y nos dirigimos a comprar los boletos, los cuales estaban agotados. Era obvio, el concierto tenía 40 minutos de haber iniciado, sin embargo al contarle mi trayecto al señor de la puerta puso una mueca y nos dio dos boletos para ver a Grizzly Bear hasta adelante. 

Lo demás fue grandioso, esos musicos no tocaron instrumentos, tocaron las entrañas con música totalmente nueva, de la cual no estaba  familiarizada. Teminé escuchando cada acorde, cada voz, un clarinete, pianos, un bajo fabuloso y un sax, ante decenas de personas desinteresadas. Después fueron platicas con mi tío y mi amigo acompañadas de cervezas extrajeras deliciosas. 

Para mí ese concierto fue como este texto, sin tanta redundancia y sin adornos, más bien algo interno, solitario, del cual no tengo la intención de convencer, sólo la clave de un jueves de pequeñas aventuras, esas  insignificantes y sencillas que se recuerdan siempre.