viernes, 26 de agosto de 2011

El First Light en Cholula (Capital Sonora)



First Light, es el combustible jazzístico trazado por reggae y romanticismos más eminentes; un material que muestra a unos Easy Star-All Stars alejados de los covers de Pink Floyd, Beatles y Radiohead.

Este último disco transporta obviedades, quitando fondos a letras cómodas y moldeando cuerdas bucales menos raposas. Es una bodega con menos reggae y más kilos de soul.

El material es el debut nato de los neoyorkinos, pues a pesar de haber presentado anteriormente un disco con piezas propias, el First Light regala caras más honestas y desnudas.

Los Easy Star-All Stars han limpiado sus metales, dejaron que calcar tatuajes de Dub Side Of The Moon, Radiodread y Easy Star’s Lonely Hearts Dub Band, para moldear melodías que saborean besos de la vanidad de mujeres.

Las féminas son importantes en este disco, pues los ecos predominan, así como los pianos que ahogan por completo al grupo ronco de hace seis años.

Son 16 las canciones que componen esta primera luz; “Don´t Stop the music” parece ser una entrada similar a las anteriores, pero con baterías que coquetean con Michael Goldwasser, quien da paso a “First Light” y “Break of Down”, canciones que ya no pueden ocultar el sonido fino de Big Band.

Sin embargo hay minutos familiares, donde el Dub no puede negarse, como en “Easy Now Star” y “Univeral Low”, piezas que también manifiestan un culto verdoso.

Para Michael Goldwasser, First Light es Reggae orgánico, horneado con un loop moderno, aunque las cosas se ponen bastante retro con el misticismo de “In the Light”, una desfachatez de balada melodramática que parece que fue sacada de la época de The Persuaders; endulzada por coros livianos que pueden enamorar.

Esta lente abre el paso a una carrera solida para la banda, pues han asegurado que durante los próximos meses, saldrá del horno un nuevo material con invitados que podrían desprenderse de guitarras virtuosas, extendiendo la visión de Easy Star - All Stars.

Este viernes, 26 de agosto, el First Light se reflejará en las pirámides de Cholula, junto con Los Santísimos Snorkels, Vachamat, F.L.O. Selecter y Sonido Zayas; quienes también adornaran el reggae orgánico de Easy Stars - All Stars.

martes, 9 de agosto de 2011

Sin los sesentas de Winehouse




Desde su primer coqueteo con el demonio supimos que amaríamos su ridiculez mucho más que su música, su muerte tan predecible iba a ser la carcajada y en ese instante todos se llenarían de pulcro ante las drogas.

No era más que un ente de la década de 1960, nada nuevo pero sí deslumbrante, su dolor era familiar, era nuestro hígado; una popera que viajó en una máquina del tiempo, para tambalearse en medio de dos siglos.

¿Cuántas veces vimos morir a Amy? Siempre, pocas son las imágenes que reflejan una ventana viviente de su voz y sobre todo de sus ojos almendrados, los cuales mostraban a decenas de mujeres de décadas pasadas, féminas comunes odiando amar tanto el mundo; una lucha de machismos y feminismos.

También es cierto que se codeaba con figurillas de pop de este siglo, pero dejaba una mirada masculina que la llevó a manosear a estatuas como Quincy Jones y con su entrañable Mark Robson, siendo estos dos nombres, los que llevaron a Amy a revivir el delineador de mujeres pasadas como Lesly Gore.




Desojar sus costras es tan morboso y jugoso; todo comienza desde el peinado, un revoloteo que hostiga con cintas y moños enormes, recordando a las secretarias de esa época que iban al salón de belleza para obtener un peinado como las integrantes de The Ronettes o la misma Audrey Hepburn.



Sin embargo, la Amy del 2000 le quitaba todo el romanticismo y lo hacía un nido en su cabeza para matar sus condolencias, guardaba éxtasis, pudriendo de la manera más bella su cochambrosa imagen.

Las prendas pequeñas que formaban un cuerpo totalmente amorfo fueron la inspiración de un Karl Lagerfeld y de toda una palabra tendencial que decidió postergarse en los siguientes años en la moda: Vintage.

Tatuajes de anclas, princesas rotas, historietas de guerras y de lugares tan comunes, era lo que adornaban sus brazos llenos de inyecciones y morfina, haciendo una Amy totalmente autodestructible.

Sus caderas eran la voz de la misma Peggy Lee, iban al ritmo de su jazz cincuentero pero con un rock y un agradecido contralto que la dejó sin respiración, y es que era magnifico saborear una voz así junto a una imagen tan estremecedora y triste.



Una muñeca desolada, un nido sucio y latente, bien elaborado por modas, fotografías en blanco y negro, y amores fallidos; todo eso era Winehouse, quien fue aventada a la cultura pop. Tal vez nada increíble, pero vino a dejarnos un poco del pasado para ver como se suicidaba en el presente.